miércoles, 10 de enero de 2007

Las maravillas del Progreso (así, con mayúscula)


La tecnología me ha abandonado.Se me han estropeado, así, a la vez: la cámara de fotos (que ahora hace un año que nos abandonó, la noche del 31 de diciembre, al impactar contra el suelo aproximadamente a las 8 a.m. Una oración por Olimpus MJU 300), el portátil (que seguramente tenga doscientos millones de virus importados directamente de las páginas cochinas que visita mi hermano), mi móvil (cinco días con sus noches que he estado incomunicada, he tenido incluso que llamar desde una cabina telefónica, que aparte que hacía años y años que no lo hacía seguro que pillo alguna infección, a saber quién ha estado poniendo su oreja o vete a saber qué en el auricular), el reproductor de DVD (si es que comprar marcas wasawasa es lo que tiene), el vídeo (ya no podré ver nunca más "Condemor, el pecador de la pradera". Sí, la tengo en VHS y me gusta, qué pasa), el mp3 (ahora con auriculares sólo disponibles para el hemisferio cerebral derecho), internet (menos mal que sólo por un breve periodo de tiempo), y la cámara de video (que sale el flash cuando le da la gana). Hay que ver que sublevación, cojones. Si lo sé que vender mi alma al futuro me iba a costar tantos disgustos me hubiera hecho ermitaña, y hala, a comer liebres del monte y a cantar a grito pelao vestida con un saco de patatas, sin depilar ni nada. Aunque también allí habría antenas para móvil. Estamos rodeados.